Desde el pasado 1 de enero, Texas permite la portación abierta de armas de fuego. La ley permite que las personas que tengan el permiso para portarlas puedan llevadas a la vista al trabajo, a hacer las compras o a comer en un restaurante, en una funda fijada al cinturón o al hombro. El movimiento texano ‘Open Carry’ luchó durante años por la modificación de la normativa en Texas.

El problema con la apertura de la portación de armas es el riesgo de que los niños tengan la sensación de que es normal ver y manipular armas.

Esta preocupación, que comparten muchos padres de familia, cobra mayor relevancia si recordamos que un estudio realizado por el American Journal of Public Health en hogares con niños y armas concluyó que en más de 40% de esos hogares había al menos un arma guardada sin llave y sin el mecanismo de seguridad activado.

Para aliviar un poco la tensión provocada por la entrada en vigor de esta ley, diversas empresas anunciaron que no aceptarán a los portadores de armas en sus instalaciones, entre ellas: La cadena de cines AMC y el Alamo Drafthouse; los hospitales Brackenridge, St. David’s, Seton y el Dell Children’s; el Austin Convention Center, el ‘Circuit of the Americas’ y el Thinkery; los restaurantes Pluckers, Chipotle, Whataburger; la cadena Starbucks; las tiendas Target; y los supermercados H-E-B, Whole Foods y Fiesta Mart, entre otros.

Los negocios y restaurantes en Texas podrán decidir si prefieren negar el acceso a los clientes que tengan armas a la vista con carteles que las prohíban. Mientras tanto, en bares, parques de diversiones, iglesias, tribunales y eventos deportivos siguen prohibidas las armas a la vista o cubiertas.