El inmigrante indocumentado ve en la Iglesia un santuario de protección, de refugio, al que puede llegar para desahogar sus miedos y tratar de dilatar el tiempo que sea necesario para conseguir quedarse en este país. En los últimos 30 años, las iglesias de todo el país se han convertido en agencias de ayuda efectiva para los indocumentados a falta de otros recursos de asistencia válida. Una iglesia presbiteriana abrió sus puertas a una mujer guatemalteca (y su pequeño hijo) aquí en Austin, con la finalidad de que ellos no sean deportados. Ella solicitó asilo al Servicio de Inmigración y Ciudadanía (USCIS); sin embargo, no se lo concedieron y por eso estaría en lista para ser deportada apenas la detengan.

Lea más de su historia en nuestra nota: Indocumentada encuentra refugio