¿Por qué a ciertas personas les va bien? ¿Por qué no se estresan ni se deprimen cuando viven un mal momento? No es suerte, es actitud positiva hacia la vida.

Es importante conservar la alegría y el positivismo, aunque la mala fortuna aceche. Si uno se adapta a las malas situaciones en vez de combatirlas o revertirlas, lo que hace es ‘tirar la toalla’ y ponerse más obstáculos.

Primero se debe evitar gente y ambientes negativos. Mientras más personas optimistas tengas a tu alrededor, mayor serán tus ganas de sonreír. Tu familia, los amigos y la pareja, tienen que ser un motivo importante para querer vivir feliz.

Pensar positivamente en cada momento da una ventaja fundamental. Al respecto se deben visualizar éxitos no fracasos. La persona positiva tiene su mente puesta en las soluciones, ve una solución ante cada problema y una posibilidad en cada imposibilidad.

Los sueños que se han hecho realidad son el resultado de personas que se aferraron a sus objetivos. Se negaron a desanimarse. No permitieron que el desaliento se impusiera. Los desafíos, las dificultades, sólo los estimularon a un mayor esfuerzo. Si piensas que el éxito está a la vuelta de la esquina, sigue adelante.

La persona positiva entiende que nada positivo ocurre si no está dispuesta a dar un paso adelante y asumir plena responsabilidad por sus pensamientos y acciones. Y es que sólo cuando eres responsable contigo, por y para ti, puedes mirar con honestidad, evaluar tus puntos fuertes y tus puntos débiles, y comenzar a cambiar.

Agradece a Dios o a la vida todo lo bueno que tienes. Pide lo que quieras y di lo que piensas. Eso ayuda a mejorar tu autoestima. Aguantar en silencio todo lo que te digan y hagan, genera tristeza y desesperanza. Y no olvides siempre saludar y ser amable con otras personas.