Aprende a manejar la ira
Sentir ira, rabia, enojo o enfado es natural y hasta saludable. Pero si pierdes el control, explotas en gritos o te vuelves agresivo, la ira deja de ser positiva, tanto para ti como para los demás
Dra. Aliza A. Lifshitz | 3/12/2015, midnight
El perro volvió a orinar encima de tu cama, te rompieron el vidrio del auto para robar el radio, se borró la memoria de tu computadora y cuando llegaste a la puerta del seguro social te dijeron que regreses mañana porque era hora de cerrar. ¡Qué ira! Te entendemos, ante estas situaciones, a cualquiera le da rabia. Pero no vale la pena que te dejes llevar por ella.
Además, sentir ira o rabia frecuentemente o por un tiempo prolongado puede causarte presión arterial alta, problemas del corazón, de la piel y/o problemas digestivos.
¿Qué solucionas con un ataque de ira? Seguramente nada y puedes verte como un tonto o terminar haciéndole daño a alguien, hasta a ti mismo. La solución no es aguantarte la rabia, sino aprender a expresarla correctamente. El manejar tu ira de forma positiva no es tan difícil y puede ayudarte a solucionar los problemas más rápido y a salir airoso de situaciones complicadas. Aquí unos consejos:
Respira profundo y cuenta hasta 10. Probablemente lo has escuchado varias veces, pero ¿lo has intentado? Tan pronto paras para respirar, tus impulsos se frenan y tus emociones se calman. Eso no quiere decir que el enfado desaparecerá, pero al menos ya no vas querer gritar o golpear a alguien.
Aléjate. Cuando una persona o un lugar te están sacando de tus casillas, aléjate. Te despejará la mente y te recordará que hay más personas o más lugares en el mundo.
Ponte en los zapatos del otro. Si tu fueras esa persona, ¿qué harías en su lugar? A veces pensar por qué la otra persona actuó así, o por qué pasó lo que pasó, te ayudará a comprenderlos mejor.
Si tu ira es demasiado fuerte, es probable que necesites buscar ayuda profesional de un psicólogo, ya que puede ser una expresión de un problema mayor como depresión o un trastorno de ansiedad
Piensa antes de hablar. Sabio y antiguo consejo que pocos ponemos en práctica. Generalmente terminas arrepintiéndote cuando dices lo primero que viene a tu mente pues es producto de la rabia y la frustración. Intenta escribir lo que sientes y piensas, así podrás organizar mejor tus ideas antes de decirlas.
Habla con otros. Algunas veces el hablar con alguien más (que no sea el causante de tu ira), te ayuda a desahogarte y a ver con más claridad el problema.
Busca soluciones. No vale la pena seguir pensando en qué provocó tu ira o rabia. Lo que pasó, pasó. Mejor concéntrate en pensar… “¿cómo puedo solucionar el problema? ¿cómo evito que pase nuevamente?”. Así podrás dejar el problema atrás rápidamente.
Mira el lado amable. Aunque te provoquen mucha ira o rabia en ese momento, si ves las cosas con otros ojos y un poco de ironía, algunas situaciones pueden ser hasta cómicas. Por ejemplo, tenías tanta rabia que gritaste en otro idioma y nadie te entendió. Cuando te des cuenta, no podrás evitar reírte de ti mismo.
Ejercicio y relajación. Es increíble lo que el ejercicio y las técnicas de relajación pueden lograr. Al mover tu cuerpo o concentrarte en relajarlo, empiezas a descargar toda la frustración y la energía acumuladas por la ira.