Según datos de las Naciones Unidas, cada minuto ocho personas abandonan todo para escapar de la guerra, persecución y terrorismo en sus países de origen.

Millones de personas se han desplazado alrededor del mundo y buscan crear su vida en otros países. Por esa razón, desde el año 2001, cada 20 de junio se celebra el Día Internacional del Refugiado.

Este año en Austin, gracias al trabajo de Interfaith Action of Central Texas, el Austin Refugee Roundtable y el Museo Bob Bullock, se festejó el día con actividades educativas, familiares y culturales, que incluyeron una ceremonia para naturalizar como ciudadanos estadounidenses a 23 individuos provenientes de Bhutan, Bosnia-Herzgovina, Burma, Burundi, Cuba, Iran, Somalia, Syria y Vietnam.

Robert Lee Pitman, el juez que dirigió este acto, inició sus palabras contando que su propio abuelo entró a los Estados Unidos como inmigrante de Alemania, pero aquí echó raíces, hizo su vida y formó su familia.

Mientras avanzaba el acto, Reinaldo Rivero Milián (Cuba), el único hispano que recibía la ciudadanía en la ceremonia, fue navegando en un mar de emociones recordando su propia historia: él se vino el 12 de agosto de 1999 como preso político; fue acusado de reportar a Estados Unidos información sobre violaciones de Derechos Humanos en su país.

Milián, quien se describe como un fiel lector de EL MUNDO Newspaper, tiene 68 años de edad y ya está jubilado, pero nunca es tarde cuando la dicha llega. “Desde que llegué a Estados Unidos descubrí la libertad. Puedo decir lo que pienso sin temor a nada. Ahora, estoy listo para hacer los preparativos para naturalizar a mi esposa”, dice quien aún tiene un hijo en Cuba y espera algún día poder ‘pedirlo’, pero mientras tanto le recomienda que viva en calma para que no sufra las persecuciones que él vivió. Algún día su libertad será plena.