Miguel Herrera dejó a un lado las sonrisas, los anuncios, el lado simpático y, ante el primer gran fracaso con el Tri, presentó la faceta agresiva y poco controlada que ya le conocía el medio.

Primero fue la gran crítica de la gente por sus tweets de apoyo hacia el Partido Verde –violando la ley electoral mexicana- lo que le hizo arremeter contra un periodista en una conferencia de prensa.

Luego llegó el desastre ante Ecuador, con un pésimo partido, siendo eliminado de la Copa América. Fue expulsado e hizo una rabieta antes de salir del campo. En los vestidores –y en TV nacional- lanzó un “gracias, gracias eh” a los árbitros que pasaban al lado. En la conferencia se puso al ataque y volvió a culpar a los silbantes de la eliminación.

Pero ni las horas de vuelo lograron calmarlo. Al llegar al DF arremetió contra el cronista Christian Martinoli: “A mi la prensa no me ataca, hay un solo pendejo que lo hace y todos saben quien, me lo encontraré y discutiré con él, esto no es por pelear, es por debatir”, dijo en tono molesto.

Y luego continuaron una serie de ‘tweets’ en los que insistía en encontrarse con Martinoli para arreglar las diferencias. Aunque más tarde puso otro en el que se disculpaba por las palabras altisonantes en la conferencia, más no por el reto al comunicador.

Otro factor que enrareció el ambiente fueron los ‘tweets’ de la hija de Piojo, Mishelle quien insultó con fuerza al cronista de TV Azteca y luego afirmó que “hace un año era un héroe, en un mes volverá a serlo y ustedes van a venir a casa a pedirle perdón como los hipócritas que son”, en un mensaje para los aficionados que han cuestionado a su padre.

Así, Miguel Herrera se apresta a encarar la Copa Oro con el ambiente adverso. Su imagen está en el nivel más bajo desde que llegó al cargo, los resultados no son positivos y la presión crece. La historia dice que otros fracasos de verano han sido suficientes para cesar entrenadores nacionales, aunque él asegura con firmeza, “voy a llegar a Rusia 2018”.