¿Abuso contra hispanos?
Los excesos de fuerza de oficiales policiales no deben pasar desapercibidos. Víctimas deben denunciar sus casos para corregir el sistema
Marlon Gomez | 6/18/2015, midnight
Lo que comenzó como un intento de prevenir un hecho trágico se convirtió en un capítulo que María Ibarra quiere borrar de su memoria, porque lo describe como la noche más humillante de su vida.
Y es que lo que para muchos podría ser descrito como un brutal uso de la fuerza policial, para otros se trata de un mal entendido por la barrera del idioma.
Indistintamente, María fue víctima de un policía de Austin, quien en su tarea de hacer cumplir la ley le causó moretones en gran parte de su cuerpo y un trauma psicológico.
Todo comenzó el domingo 14 de mayo cuando ella discutía con su ex esposo, César, verbalmente. José, el hermano de María intervino y golpeó a César con una botella y lo hizo sangrar. Su hijo mayor llamó a emergencias para pedir una ambulancia, pero dos oficiales de la policía llegaron a su residencia (noreste de Austin) y José reaccionó corriendo para evitar ser detenido. María corrió detrás de él para impedir que siguiera corriendo, pero a la vez desobedeció la orden del oficial identificado con las siglas R.H., quien en inglés le pidió que se detuviera.
María Ibarra cuenta que el policía tenía un arma en su mano que, mientras ella describe como una pistola común, aparece en el reporte como un ‘taser’ o arma de electrochoque. “Pensé que lo estaban apuntando y lo podían matar, no quería que nada malo pasara”.
Los gritos de María fueron escuchados por José y éste se detuvo, pero el oficial, quien no habla español, pensó que lo estaba agrediendo verbalmente. Finalmente, mientras R.H. se acercaba de regreso con José esposado, María continuaba hablando con su hermano y repentinamente el oficial se giró hacia ella, la tiró contra el suelo, puso su pie en su espalda y forcejeó para detenerla.
Toda víctima de un abuso de fuerza por parte de un oficial de la Policía de Austin debe reportar el incidente al Austin Police Monitor al (512) 974-9090.
La tortura
“Pensé que me llevarían a la comisaría a declarar y aclarar la situación, pero en cambio me detuvieron. Me quitaron la ropa, me ataron a una silla y me taparon la boca porque les decía que mi abogado sabría lo que me hicieron. Luego me dejaron desnuda durante horas, que se me hicieron eternas, en un cuarto como de castigo. Me devolvieron la ropa el lunes cuando mi abogado, Ricardo Maldonado, fue a buscarme”, cuenta la señora Ibarra, quien enfrenta cargos por el delito menor de obstrucción de la justicia o interferencia en las funciones públicas.
Ella no entiende porque tuvo que pasar por todo esto, pero una vez más existe una ‘justificación’: los oficiales de alguna forma descubrieron que con su último embarazo, María sufrió depresión post parto y pensamientos suicidas. Dejarla desnuda en una habitación sin riesgos es una medida frente a personas con tendencias suicidas.
Por ahora, el abogado de María solicitó las grabaciones de la patrulla para comprobar los hechos. Luego de que éstas sean evaluadas se podría determinar si hubo un abuso de autoridad.
Problema social
El abogado Ricardo Maldonado, experto en casos criminales, describe éstos hechos como un patrón común: el abuso de la fuerza contra minorías, destacando a afroamericanos e hispanos.
Para dar veracidad a su afirmación le basta con señalar los videos en Youtube donde se ve a oficiales insultando, rociando gas pimienta o golpeando a personas de color. También cita casos en los que sus clientes han sido detenidos con uso de fuerza cuando éstos se mostraban dispuestos a cooperar.
De hecho, del 2002 al 2012, 18 personas murieron en enfrentamientos con la policía de Austin. De ellos, seis eran peligrosos, estaban armados y representaban un peligro.
Otros dos fueron suicidas. Pero los otros 10 estaban desarmados: seis de ellos afroamericanos, tres hispanos y uno blanco.
De acuerdo al informe del Austin Police Monitor publicado en el 2011, 1 de cada 10 hispanos detenidos en la vía por la policía es sometido a revisión del vehículo, en comparación con 8 de cada 10 afroamericanos y 1 de cada 28 blancos.
“Es un patrón que está presente en el sistema y que debe ser corregido. Estamos tan acostumbrados a los abusos de autoridad que a veces les restamos importancia, pero son cosas que hay que corregir. Quizás el caso de la señora Ibarra no proceda, pero estamos alzando la voz para que se cree conciencia y todas las personas sepan que, independientemente de su raza o procedencia, tienen derechos”, apunta Maldonado.