La fuga del narcotraficante más feroz de México (responsable de 1,500 asesinatos) y enemigo público número uno de Estados Unidos no fue casualidad. Ya antes escapó del penal ‘Puerta Grande’ escondido en un carrito de lavandería. Más de trece años permaneció en la clandestinidad, procreando hijos, estableciendo alianzas y declarando guerras con otros cárteles mexicanos, hasta que el 23 de febrero del 2014 lo ‘cazaron’ y el mundo felicitó a las autoridades mexicanas por el logro. Pero la alegría duró poco.

Pero esta vez su escape fue mucho más sofisticado: lo hizo por un túnel que atravesó en una motocicleta que cubrió los 1,500 metros de distancia hacia la salida.

Gran parte de la sociedad mexicana se siente burlada por las autoridades, ya que los consideran cómplices de esta fuga.

El Departamento de Justicia reclamaba su presencia. Habría sido imposible para el ‘Chapo’ escapar de una prisión federal estadounidense. Porque con los antecedentes evasivos del ‘Chapo’ y la corrupción generalizada en las fuerzas policiales y penitenciarias de México, era preferible que el capo del cártel de Sinaloa estuviera en una verdadera prisión de máxima seguridad en Estados Unidos.

Las imágenes de su fuga, el túnel, los balones de oxígeno, la moto, la casa en construcción, todo, es anécdota ahora. El problema real es la impunidad y el descaro que envuelve su escape.

¿Cuánto habrá pagado ‘El Chapo’ para financiar una evasión tan bien planificada? Treinta trabajadores, incluido el alcaide, están en proceso de investigación y 18 guardias han sido trasladados a la ciudad de México, para que declaren ante las autoridades que investigan este nuevo episodio vergonzante.

Al escándalo de la fuga del siniestro jefe del cártel de Sinaloa se añade la indiferencia del presidente Enrique Peña Nieto –de visita en París (Francia) al momento de la audaz evasión penitenciaria– que no interrumpió su estadía a pesar de la gravedad del asunto.

La fuga del ‘Chapo’ motivó una ola de protestas en el país, todas justificadas. La opinión pública, la oposición y hasta agencias del Gobierno Federal de Estados Unidos responsabilizaron al presidente Enrique Peña Nieto por la fuga ya que éste se opuso a que el capo sea extraditado a territorio estadounidense, país en el que tiene procesos judiciales abiertos en California, Chicago y El Paso (Texas).

No. En México, cuando se trata de política y narcotráfico, las casualidades no existen.