Tres hombres armados con poderosos fusiles Kalashnikovs acabaron con la vida de 12 personas e hirieron a otras en un ataque que tuvo la finalidad de ‘castigar’ a los caricaturistas de la controvertida revista ‘Charlie Hebdo’, medio que forma parte de una tradición liberal en el periodismo francés, combinando el radicalismo de la izquierda con provocaciones que llegan a ser vulgares para diversos sectores de la sociedad. Los agresores lograron escapar.

La libertad de expresión que ejerció la revista tuvo muchos críticos que advertían sobre consecuencias funestas de seguir por el camino de la irreverencia impune e insolente que demostró desde su creación en 1992. Cada publicación de las caricaturas de ‘Charlie Hebdo’ desataba un agrio debate en Francia sobre la libertad de prensa y el uso que de ella deben hacer los medios de comunicación, incluidas las publicaciones satíricas. Las burlas y ácidos dibujos de ‘Charlie Hebdo’ no respetan género, tendencia política, opción sexual o creencia religiosa. Respecto de esto último, es necesario destacar que el catolicismo también fue blanco de comentarios provocadores pero fueron las portadas que aludían a Mahoma y al Islam las que desataron el baño de sangre del pasado 7 de enero.

El humor es muy corrosivo e incómodo para los fanáticos, para los fundamentalistas y para los intolerantes. Eso lo sabemos muy bien en este semanario. Pero la libertad de expresión se encuentra por encima de nuestras creencias personales. Lo sucedido en esa fatídica redacción de París es la prueba más contundente de que vivimos en tiempos en los que se impone la violencia irracional ‘justificada’ por argumentos descabellados.

El miedo no debería inundar de zozobra a los medios de prensa que a través de caricaturas o valientes reportajes denuncian los desbalances de la sociedad, la purulencia de grupos criminales y hasta la putrefacción moral de determinados personajes políticos. El miedo no es una opción para la prensa.

EL DATO: El periodista, dibujante y director de la revista ‘Charlie Hebdo’, Stéphane Charbonnier, conocido como ‘Charb’, y otros tres dibujantes principales del semanario satírico francés (Cabu, Tignous y Wolinski) figuran entre los 12 muertos del ataque perpetrado en su sede por terroristas islámicos.