Rehabilitación “en el barrio”
Marlon Gomez | 2/12/2015, midnight
“Le robé a mi familia. Por las drogas, hacía lo que tuviera que hacer… Fui adicto a la heroína por 15 años y eso destruyó mi vida y quedé en la calle. Te sientes solo porque ni tu familia confía en ti. Tenía una bonita relación con mi abuela, hasta que ella no pudo seguir ayudándome porque tenía miedo de abrirme la puerta. Cuando tocaba, me pasaba comida y cerraba la puerta”.
Así recuerda Johnny Sánchez una experiencia, una etapa de su vida que dejó atrás en 1999. No le da vergüenza ocultarlo porque hoy es un hombre totalmente diferente.
¿Cómo lo logró? Su recuperación comenzó una noche de frío, estando en las calles, cuando recibió una invitación: tendría techo y comida si se acercaba a un refugio. Quienes le hicieron la oferta le dejaron un panfleto que decía “Si necesitas ayuda llama al (512) 480-9628”. Y fue precisamente en el invierno de 1999 que Johnny miró al cielo, sin estar seguro de la existencia de un Dios y clamó que él no merecía esa vida. Apenas días más tarde llamó al número del panfleto ya arrugado y un equipo de voluntarios lo recogieron y lo llevaron al refugio de Outcry in the Barrio, un programa que ayuda a adictos y desamparados a recuperarse y reintegrarse en la sociedad.
EL DATO:
Si conoces a alguien que necesite ayuda, puedes llamar al (512) 480-9628. También puedes visitarlos en el 2300 Canterbury St., en Austin (TX 78702).
“Durante seis meses se quedan en la casa, aprenderán responsabilidades y descubrirán un nuevo modo de vivir: la vida cristiana”, dice el pastor David Pérez, quien dirige el programa.
Además de dejar su situación de calle y tener una buena alimentación, quienes se rehabilitan con Outcry in the Barrio participan en las jornadas de limpieza y cocina del refugio, tienen tareas y actividades deportivas.
También cuentan con consejeros, personas que – al igual que el pastor – han atravesado situaciones similares, para que vean con sus ojos que sí es posible recuperarse.
Durante el acompañamiento, los consejeros los ayudan a acercarse de nuevo a sus familias, a buscar trabajo e incluso encontrar asistencia médica si así lo requieren.
“Yo estuve todo un año en el programa, recuperándome. Luego me uní como voluntario y seguí asistiendo a la iglesia. Ahí conocí a mi esposa. Hoy me dedico a pintar casas, tengo un trabajo y una bella familia”, cuenta con orgullo Johnny.