“Se siente muy satisfactorio poder ayudar”


Tania Del Ángel Pich | 6/4/2020, midnight
“Se siente muy satisfactorio poder ayudar”
ADMIRABLE. La empresa Kingsted logró sobrevivir y mantener a sus colaboradores gracias a la necesaria reinvención, que en su caso tuvo doble ganancia: financiera y social. |

El uso de mascarillas se ha convertido en parte esencial de nuestro atuendo cuando salimos de casa. Sin embargo, una parte de la población no tiene como costear suficientes mascarillas para usarlas a diario. Para atender esas necesidades, muchos negocios hicieron un giro de carácter social.

Uno de ellos fue Kingsted, empresa local con décadas de experiencia en el negocio de la fabricación de camisetas, que se reinventó apenas entró en vigor la ordenanza de quedarse en casa.

“Nuestra fábrica, ubicada en Guadalajara (México), paralizó la distribución y pedidos de productos el viernes 13 de marzo. Al igual que muchas otras empresas, tuvimos que adaptarnos para mantenernos vivos, por lo que decidimos hacer una transición rápida y usar nuestro inventario de telas para satisfacer la demanda de máscaras faciales. Contábamos con suficiente material y necesitábamos seguir ofreciendo trabajo a nuestros empleados, tanto en México como en Estados Unidos. Ya lo habíamos hecho (adaptarse) cuando ocurrió lo del H1N1 en México, así que decidimos intentarlo de nuevo”, comenta Eddy Levy, propietario de Kingsted.

Además del reajuste de su negocio, Levy y sus socios encontraron la manera de hacer algo positivo en la comunidad en medio de la inesperada contingencia. “Como otras marcas, adoptamos la opción de realizar una donación por cada compra; así comenzamos a vender al mayoreo y a regalar muchísimo. Los números se incrementaron rápidamente por lo que me vi en la necesidad de contratar a una persona capacitada para encontrar a gente que necesite de las mascarillas para regalárselas”, cuenta Levy.

Por cada mascarilla que se vende en línea, Kingsted dona una a la comunidad. La empresa espera donar un total de cincuenta mil mascarillas a los más vulnerables. “Hemos donado más de treinta y siete mil mascarillas. Éstas han sido entregadas a organizaciones locales de Austin que las distribuyen entre las personas que no tienen hogar o que son de escasos recursos económicos. También hemos donado alrededor de dos mil ochocientas mascarillas a una organización que trabaja a favor de los mendigos en la ciudad de New York”, afirma Levy.

El objetivo de Kingsted es enfocar las donaciones entre las personas sin hogar que pululan en Austin , uno de los grupos más olvidados de nuestra sociedad. “Los ‘homeless’ son los primeros de los que nos olvidamos y son los que menos oportunidades tienen para cumplir con el distanciamiento social. En Austin existen centenares de personas sin hogar y nuestra meta es regalarles cinco ‘cubre bocas’ a cada uno. También queremos proporcionales nuestras mascarillas a los asilos, ya que muchos de los casos positivos de coronavirus se han registrado en las casas de retiro de ancianos, y peor: las que están subsidiadas por el Gobierno no cuentan con presupuesto para su protección”, asegura Levy.

Las mascarillas que Kingsted vende en línea son de tela de algodón y poliéster reforzado; son cómodas, lavables y reusables, y fueron confeccionadas siguiendo los estándares de calidad de los Center for Disease Control (CDC). “Estamos donando nuestras mascarillas al mayoreo y las organizaciones beneficiadas son las encargadas de distribuirlas entre quienes ellos consideren que lo necesitan más. Pero si alguien necesita de mascarillas y no puede comprarlas les invitamos a que nos contacten a través de www.kingsted.com; cuéntenos su historia y nosotros le haremos llegar su mascarilla. Las organizaciones sin fines de lucro también nos pueden contactar si desean recibir donaciones”, invita Levy.