Peligrosa artimaña de distracción


Agencias / Cortesía | 1/9/2020, midnight
Peligrosa artimaña de distracción
SE LA JUEGA. Si la crisis con Irán escala y se transforma en una guerra abierta con muertos estadounidenses y envío masivo de tropas, a Donald Trump podría costarle la ansiada reelección. Mientras tanto, el presidente utiliza una narrativa de dominio y control en este conflicto. |

Nada le ha funcionado a Donald Trump en su intento de frenar el juicio político en su contra que sigue su curso en el Congreso de la Unión. Sumergir al país en una crisis de proporciones desmesuradas e impredecibles con Irán fue su última jugada para desviar la atención de la opinión pública, acción política que podría costarle muy caro.

La decisión presidencial de acabar con la vida del poderoso comandante iraní Qasem Soleimani fue tan agresiva que dejó estupefactos a altos cargos del Pentágono provocando que la Casa Blanca lo justifique aduciendo un supuesto ‘ataque inminente’. La gran prensa nacional ha calificado la orden presidencial como un ‘impulso’ que ha puesto en peligro los intereses estadounidenses en todo el mundo, especialmente en Medio Oriente.

Inmediatamente después del bombardeo, varios aliados de Estados Unidos, incluidos Francia, Alemania y Reino Unido, expresaron su preocupación por la escalada de tensión en Medio Oriente, situación que ha sido rechazada a nivel mundial.

Según diversos analistas, Donald Trump ordenó el ataque para distraer a la opinión pública del desarrollo del juicio político en su contra y para mostrarse como un líder decidido a combatir a los enemigos del país con el objetivo de ser reelecto. Sin embargo, la probabilidad de ganar un segundo mandato se complicaría si Trump mete a Estados Unidos en un conflicto bélico abierto, ya que en la última década ha crecido el rechazo de la sociedad estadounidense a las intervenciones militares en el extranjero, especialmente tras la guerra de Irak (impulsada por el también presidente Republicano George W. Bush).

EL DATO

El comandante iraní Qasem Soleimani no se escondía: todos en Washington le señalaban como el ‘arquitecto’ de la política expansionista de Irán en Medio Oriente y conocían sus movimientos.