Aprendimos a resistir


Angela M. Angulo | 12/23/2020, midnight
Aprendimos a resistir
SE PUEDE. En este país, autoridades y científicos comprometidos con el bienestar público han demostrado que, a pesar de las circunstancias adversas, han sido capaces de organizarse y colaborar para adaptarse con resiliencia a una situación terrible que demandaba rapidez y precisión del diagnóstico general de la crisis, y una solución, una vacuna, que detenga las muertes y la amenaza de un colapso económico. |

Nueve meses después del inicio de la pandemia de COVID-19, el recuento de los daños es inconmensurable. Las cifras globales indican que un millón de personas portadoras del coronavirus perdieron la vida. Miles de negocios cerraron sus puertas ante la imposibilidad de continuar sus actividades con normalidad. Decenas de millones de personas resultaron desempleadas como consecuencia del embate de la peste en la economía mundial. Las pérdidas son contundentes e innegables.

Estados Unidos es el país con la mayor cantidad de casos de contagio del coronavirus confirmados, casi dieciocho millones, y poco más de trescientos mil decesos derivados de la peste. En Texas, los contagios bordean el millón y medio y han muerto casi veintiséis mil personas.

En el Centro de Texas, la situación es menos dramática que en otras latitudes. Travis ocupa la séptima posición en la lista de los condados con más contagios en el Estado: cuarenta y cinco mil y quinientos dieciséis decesos. El Condado Williamson ocupa la posición dieciséis en la lista, con diecinueve mil casos de contagio y 194 fallecidos; el Condado Hays (31) con casi diez mil casos y ciento diecinueve decesos; y mucho más abajo, el Condado Bastrop (56) registra poco más de tres mil cuatrocientos casos y treinta y nueve fallecidos.

Si estos números se comparan fríamente con otras ciudades texanas, como San Antonio, Dallas o Houston, se podría colegir que el Centro de Texas está resistiendo el embate de la peste mucho mejor. Parte de esta favorable realidad tiene que ver con las medidas, sociales y económicas, tomadas por las autoridades locales de las veintidós ciudades que integran el Centro de Texas. En esta parte del Estado, especialmente en la capital texana, se asumió en serio la letalidad de la pandemia desde el inicio, a diferencia de la resistencia que, al principio, fue la postura del gobierno estatal liderado por el Gobernador Greg Abbott.

La terrible marca que dejará esta pandemia, y que será la cicatriz de generaciones, tiene que ver con el daño psicológico que aflorará en el mediano plazo. Los casos de ansiedad y estrés, entre otras psicopatologías, se han disparado. Y aunque el confinamiento aquí no fue rígido como en otros lugares, el temor a la interacción social con otras personas, incluida la familia, para evitar un potencial contagio, ha provocado que afloren la apatía, la tristeza, el aburrimiento, la preocupación y el miedo en gran parte de la población.

¿Qué factor positivo estará vigente cuando hayamos logrado retomar la ansiada normalidad? Considero que permanecerán en el tiempo las saludables disposiciones que tengan que ver con la prevención de enfermedades de fácil contagio, especialmente aquellas que evitan el contacto físico: tocarse o tocar el rostro, lavarse o desinfectarse las manos constantemente y evitar estornudar o toser sin cubrirse, entre las principales; además de establecer las normas que obligan a desinfectar constantemente los espacios públicos y privados.

Otras lecciones positivas que deberían ser parte de la nueva cotidianidad son: la conveniencia del trabajo a distancia, que tiene el potencial de reducir en parte el flujo del tráfico; la necesidad de instaurar una estrategia educativa que contemple la educación en casa como norma, algo que beneficiará a las personas que no pueden dejar a sus hijos pequeños sin supervisión; el servicio de entrega a domicilio que deben implementar los negocios locales para ser más competitivos; y el uso del transporte público constante, que en Austin es de primera, para desahogar el tráfico de una ciudad carente de arterias viales masivas.

Las inmunizaciones están en camino. En la aparente recta final del camino que transitamos en esta pandemia, es necesario que la población contribuya con una conducta basada en el sentido común y procurando el bienestar colectivo, dándole valor a lo más preciado que tenemos: la vida.