Venas que sobresalen en las piernas, moretones, hormigueo, escozor, piel oscurecida y reseca, inflamación e incluso úlceras. Las várices se manifiestan de diversas maneras, pero algunas veces pueden ser imperceptibles.

En el mundo, cerca del 80% de personas mayores de sesenta años sufren de esta enfermedad, y aunque los estudios demuestran que en las mujeres se presenta a menor edad y con más frecuencia, la población masculina no está libre de padecerla.

La comunidad médica define a las varices como una dilatación de las venas en las piernas, que provoca insuficiencia circulatoria:

la sangre que debe regresar al corazón, en contra de la gravedad, se estanca. De ahí los síntomas antes descritos. Y aunque en la mayoría de casos las venas varicosas sólo significan una preocupación estética, a veces pueden complicarse al punto de causar calambres, dolores intensos y hasta úlceras, que en las personas mayores representan un verdadero martirio.

Muchas veces las personas solo prestan atención a las várices que se ven, pero esas no son las que causan complicaciones, son sólo un problema estético. Para el tratamiento de esta dolencia, lo importante es tener un diagnóstico preciso.

Las várices secundarias (internas) son las que representan un riesgo para la calidad de vida de quien las padece. Por ello, lo más recomendable es una evaluación con ultrasonidos para verificar el estado de las venas y decidir qué tratamiento utilizar.

El diagnóstico de las várices es importante para descartar problemas más graves como la trombosis, la insuficiencia venosa profunda e incluso la celulitis.

EL DATO

Es una de las enfermedades del sistema circulatorio más comunes. Cerca del 80% de adultos mayores las padecen. No se curan, pero pueden tratarse de manera adecuada si el diagnóstico es acertado.