L a propuesta de Donald Trump de revocar la ciudadanía automática a los hijos de padres indocumentados es inviable. La incertidumbre respecto de cuál será el resultado de las elecciones del 6 de noviembre hace que el presidente recurra a sus típicas estrategias de alarma y sobresalto para motivar a sus votantes, ya que la probabilidad de perder el control del Congreso de la Unión es real.

La primera frase de la Enmienda 14 de la Constitución de este país establece el principio del derecho a la ciudadanía por nacimiento: “Todas las personas nacidas o naturalizadas en Estados Unidos y sujetas a la jurisdicción del mismo son ciudadanos de Estados Unidos y del Estado en el que residen”.

Trump está convencido de que revocará la ciudadanía automática a los hijos de los indocumentados, pero la mayoría de expertos en leyes coinciden en que el presidente, por decreto, no puede limitar un derecho establecido y garantizado en una Enmienda constitucional, que es de rango mayor en la jerarquía de las normas estadounidenses vigentes.

Es importante destacar que una Enmienda constitucional sí podría eliminar la ciudadanía por nacimiento, pero ello requeriría de dos tercios de los votos en la Cámara de Representantes y en el Senado del Congreso de la Unión.

Si el mandatario quiere enfrentarse a la estructura legal que hace fuerte a este país, a sola firma, el resultado será una feroz pelea en los tribunales, ya que no solo se perjudicaría a los indocumentados: en tiempos de Trump, los bebés de aquellas personas que sean residentes temporales o permanentes, también serían afectados.

DEBE SABERLO

Cuando se trata de la ciudadanía automática por nacimiento, el problema real es el turismo de maternidad, que es una millonaria actividad que congrega en este país a decenas de miles de mujeres embarazadas provenientes, principalmente, de China, Corea del Sur, Europa del Este,

Brasil y Colombia, según datos del Center for Immigration Studies (CIS).