Más de 2,300 niños fueron separados de sus padres y detenidos en centros de la Patrulla Fronteriza desde que el presidente Donald Trump implementó en abril una política de ‘cero tolerancia’ a la migración ilegal, con la idea de desalentar a los inmigrantes que llegan por la frontera sur. Pero las críticas a la inmoralidad que implica detener a niños e incluso a bebés sin compañía de sus padres, en jaulas, sin nadie que los reconforte, alcanzaron tal nivel que el mandatario Republicano firmó un decreto para revertir esa medida, ordenando poner fin a la separación familiar. Aún así, la crisis humanitaria de las últimas semanas está lejos de ser nueva y aún más lejos de haber acabado.

Abogados expertos en migración dudan que las familias que han sido separadas en la frontera con México puedan reunirse en un corto plazo debido al caos que ha provocado esta situación. El solo hecho de que sea tan difícil rastrear dónde están los padres y dónde están los niños impide que el problema se resuelva con la rapidez que amerita.