La mayor parte de la producción agrícola estadounidense que se exporta a México se envía a través de Texas, por lo que cerrar los cruces fronterizos provoca pérdidas de varios millones de dólares, ya que el país vecino es un importante comprador de carne, ganado, cereales y productos lácteos que se producen aquí.

La decisión de cerrar de las fronteras para evitar que ingresen por ahí indocumentados se produce en un momento en que la agricultura estadounidense está afectada por aranceles de represalia impuestos por importantes socios comerciales: Canadá, México, China y Japón.

El conflicto en la frontera también suscita intranquilidad por la posible escasez de mano de obra, ya que los propietarios de los campos tienen dificultades para encontrar trabajadores que recolecten desde fresas hasta lechuga.

Desafortunadamente para la Administración Trump, la industria agrícola se ha vuelto dependiente de los inmigrantes para realizar esos trabajos.