Primero fue el jefe de un gran laboratorio farmacéutico, después el de una empresa de artículos deportivos y luego el director general de una compañía tecnológica valorizada en 170,000 millones de dólares. Tres de los directivos-empresarios más prestigiosos del país renunciaron a un panel creado hace años para asesorar al presidente estadounidense. Así aumenta la presión para que los jefes de cualquier empresa se nieguen a asesorar a Donald Trump por considerar deficiente su respuesta a una acción de supremacistas blancos en Charlottesville (Virginia), que causó la muerte de una mujer e hirió a varias decenas, y su ambigüedad cuando se trata de condenar a quienes fomentan actividades discriminatorias y de corte racista.