La partida del jefe de la gente


Arturo Acevedo deja Austin en un momento álgido para nuestra comunidad. El APD necesita un sucesor con la misma calidad humana y sentido común para resolver y afrontar la problemática de Austin

Angela M. Angulo | 11/23/2016, midnight
La partida del jefe de la gente

El carismático Arturo Acevedo, jefe del Departamento de Policía de Austin (APD), sorprendió a la población de la capital texana al confirmar que había aceptado la jefatura de policía en Houston, ciudad cuatro veces más grande que la que deja de pronto.

Llegó el 2007 desde California sin provocar en la población de Austin mucha expectativa, pero con la novedad de ser notoriamente latino y perfectamente bilingüe. Sin embargo, casi de inmediato se ganó la simpatía de la comunidad, gracias a su disponibilidad, a su forma directa y sencilla de interactuar con la gente y a lo consecuente de sus palabras y sus acciones.

Otro momento que se evocará con gratitud fue el día en que el Jefe Acevedo se pronunció públicamente a favor de no acosar a la comunidad indocumentada y en contra de cualquier ley que pueda afectar la relación de ese segmento de la sociedad con los representantes de la ley.

Guiado por el sentido común, el Jefe Acevedo también se pronunció en contra de la posesión de armas en el campus de la Universidad de Texas en Austin. También recordaremos la forma directa, articulada, con la que afrontaba cualquier tema, ya sea administrativo, político o social.

Un particular episodio marcó su gestión y su estilo abierto. En marzo de este año, Arturo Acevedo fue sancionado por expresar su inconformidad con una situación que puso al APD bajo el escrutinio de la opinión pública. Marc Ott, gerente de la ciudad en aquel momento, le había prohibido al Jefe Acevedo hacer comentarios sobre el escandaloso ‘caso David Joseph’, en el que estaba involucrado al entonces oficial Geoffrey Freeman, acusado de uso excesivo de la fuerza. Ott quería que las investigaciones internas sean reservadas, pero el Jefe Acevedo había comentado, en su círculo laboral y ante cadetes de la policía, que ese incidente, en el que el adolescente David Joseph (17) perdió la vida a balazos, le costaría muy caro al APD en el largo plazo.

Por esos comentarios, el Jefe Acevedo recibió un memorándum que lo suspendía por cinco días sin pago (le descontaron 4 mil dólares). Un par de semanas después, el oficial Geoffrey Freeman fue despedido del APD por uso injustificado de fuerza letal. Gran parte de la población de Austin respaldó al jefe del APD y lanzó ácidas críticas contra Marc Ott, por entonces el hombre más poderoso de la Ciudad de Austin después del alcalde, quien en agosto de este año anunció que dejaba su cargo (tras casi diez años) por un prestigioso puesto en Washington DC.

Situaciones y anécdotas hay para redactar un voluminoso libro, pero en este semanario podemos decir que el saldo de la gestión de Arturo Acevedo es positivo.

El legado principal del Jefe Acevedo será el haber construido una relación de confianza entre el APD y gran parte de la comunidad, al margen de las etnias y de los estratos sociales; además, su administración logró bajar los índices de violencia en la ciudad capital y emanó honestidad y transparencia cada vez que afrontó un incidente provocado por agentes a su cargo.

En momentos en que sólo nos queda esperar para saber qué dictaminará el nuevo Gobierno (a partir de febrero del 2017), especialmente en el trato a los inmigrantes, legales o indocumentados, la partida del Jefe Acevedo es un golpe al ánimo que sólo se podrá superar cuando sepamos quién será su sucesor o sucesora, y cuál es su actitud hacia la comunidad entera.

La gratitud por su trabajo, eso sí, señor Arturo Acevedo, durará por siempre.