El rechazo hacia las candidaturas del republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton presenta un escenario sin precedentes para Gary Johnson, candidato del Partido Libertario, una tercera agrupación política fundada en 1971 y que obtuvo su mejor resultado en los comicios del 2012.

Johnson incursionó en la política en 1994, postulando por el Partido Republicano como gobernador de Nuevo México. Ganó. Fue bautizado como el ‘’Gobernador Veto’ por las 200 leyes (de un total de 442) que decidió vetar en los primeros seis meses de su gobierno debido a que consideraba que representarían gastos inútiles para el Estado. En 1998 fue reelecto. Ocupó el cargo hasta el 2003, debido a que las leyes le impedían postular a una nueva reelección. La gestión de Johnson se caracterizó por una fuerte política de reducción de impuestos, alta inversión en la educación, eliminación de la burocracia en las oficinas estatales y una férrea lucha contra la delincuencia. Sus medidas mostraron resultados positivos. Dejó a Nuevo México con un superávit de mil millones de dólares y se convirtió en uno de los gobernadores más populares de la época.

A inicios del 2011 Johnson anunció su precandidatura por el Partido Republicano para los comicios generales del 2012. En diciembre renunció a su precandidatura por falta de fondos.

Tras abandonar el Partido Republicano, Johnson recaló en el Partido Libertario. La agrupación concordaba con varias de las políticas del ex gobernador de Nuevo México. El antiintervencionismo, la legalización de la marihuana, la defensa a los derechos civiles, oposición a la presencia militar en Afganistán, Libia e Irak o la reducción de impuestos eran algunos de esos puntos.

El 5 de mayo del 2012, Johnson ganó la candidatura libertaria con el 70% de los votos. Sin embargo, en los comicios generales, consiguió únicamente el 1% de los votos. Aunque la cifra parezca ínfima, fue el mejor resultado del Partido Libertario en sus cuarenta años de vida política.

El rechazo de parte de los electores hacia los candidatos Donald Trump (55%) y Hillary Clinton (56%), genera una oportunidad inédita para el discreto Partido Libertario, que espera que su candidato sea invitado a los debates para ganar más simpatizantes y votos.