¿Recuerdas esos maravillosos días en los que dormías sin problema? Hoy conciliar el sueño podría costarte más y el cuerpo se despierta cual reloj a las 9 de la mañana. La razón es muy sencilla: estamos envejeciendo.

Conforme pasan los años dormimos menos y peor. Es por eso que caemos rendidos por la noche, pero nos despertamos en la madrugada y nos levantamos temprano y cansados a la vez.

¿Cómo funciona el sueño en nosotros? De bebés tenemos un sueño polifásico: dormimos unas 16 horas. Luego entramos a la fase de sueño monofásico, por las noches y hasta el día siguiente, pero cuando llegamos a la adolescencia nos dormimos después y nos despertamos más tarde como consecuencia.

En la adultez empiezan los desórdenes del sueño: somos capaces de acostarnos temprano pero no de dormir de corrido, tenemos el sueño más ligero y descansamos solo el 85% de la noche a comparación del 95% que dormíamos durante la juventud.

Lamentablemente, no hay nada que se pueda hacer al respecto. Sólo nos queda aprender a vivir con nuestros nuevos hábitos de sueño y acostumbrarnos a tener una rutina, una hora establecida para dormir y eliminar las distracciones que nos puedan despertar por la noche.