El 2015 será un año clave para Venezuela. En octubre se celebrarán las elecciones parlamentarias y la oposición podría ganar la mayoría de asientos ya que la popularidad de Nicolás Maduro cayó un 25% y la situación económica está al borde del colapso debido, en buena parte, a la caída de los precios del petróleo, que cubre el 96% de los ingresos del gobierno venezolano.

Antes de la caída del precio del petróleo, la economía venezolana ya afrontaba una situación muy difícil con una inflación de más del 70%; desabastecimiento de productos de primera necesidad y la destrucción de las instituciones estatales fundamentales.

La fallida dinámica generada por el chavismo derivará en recortes a la asistencia energética que estableció el comandante Chávez.

Y es que es ilusorio que Venezuela tenga el combustible más barato del mundo ($0.05 por galón) y que venda barato el petróleo a Cuba, República Dominicana, Nicaragua y varios países de El Caribe.

Un ajuste a la economía venezolana será igual de dolorosa para sus socios y aliados.

Finalmente, a la débil economía nacional se añade la grave situación de la inseguridad ciudadana.

En Venezuela no han existido avances importantes en el control del delito y la violencia a pesar de los distintos y numerosos planes implementados por las autoridades para contenerla. Las cifras son claras: El año 2014 concluyó con 24 mil 980 fallecidos y una tasa de homicidios de 82 muertes violentas por cada 100 mil habitantes, la segunda más alta del planeta.